lunes, 22 de febrero de 2010

ARCO 2010. GRITOS DESESPERADOS


Tras una divertida semana en la capital disfrutando del “arte”, volvemos al hogar con las retinas repletas de imputs artísticos, una confusión visual y mental amplificada y deseos renovados de participar en el maravilloso cabaret del arte.
ARCO es agotador.
Los caldeados ánimos entre los galeristas e IFEMA se han dejado notar en una edición repleta de gritos desesperados de autores y vendedores por llamar mínimamente la atención. Cientos de metros cuadrados donde se repiten una y otra vez los mismos discursos agotados. Los coleccionistas, galeristas, expertos, estudiantes y público, vagamos de un lado para otro en busca de “algo” que nos recuerde el por qué nos encontramos allí.
No es de extrañar que como las noticias típicas de un día señalado (los nuevos millonarios en navidad, los llantos de los niños el primer día de colegio, las estadísticas sobre tal o cuál cosa que pertenecen a un día señalado), la de ARCO sea la pregunta ¿Es esto verdaderamente arte?
No pretendo hacer una reflexión sobre qué es o qué no es arte. Tampoco decir que el modelo de la feria está muerto. Simplemente verbalizar una sentimiento de cansancio tanto físico como intelectual.
Cuando llegue al hostal donde me hospedaba en el centro de Madrid y me dispuse a descansar del día agotador, al cerrar los ojos se materializaban ante mi pasillos y cubos blancos, que se repetía de manera rítmica, en su interior tan sólo acertaba a ver manchas, algunas de colores pero la mayoría en negro y grises. Tal vez fue porque esperaba que algo me apasionara tanto que me obsesionara durante algún tiempo, pero el no recordar nada especialmente me sorprendió. A lo mejor sólo estaba saturado.

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